La incorporación de las nuevas tecnologías de la información ha permitido una modificación en los procesos de enseñanza y aprendizaje tradicionales, presenciales y a distancia. Al momento de integrar posibilidades de la comunicación mediada por lo que Cassany (2006) define como géneros electrónicos sociotécnicos, como son el correo electrónico, los chats, las videoconferencias y los foros de discusión se tienen grandes posibilidades de entender y expandir las experiencias de aprendizaje que van desde la enseñanza en aulas presenciales y la enseñanza mediada por las herramientas digitales en aulas virtuales, “dando como resultado el desarrollo de un concepto renovado de la competencia informacional (CI), situado dentro de experiencias de aprendizaje formales y no formales y, construidas en las experiencias del sujeto” (Marciales, Torres, Castañeda-Peña, Borrero, Flechas y Gualteros, 2013, p. 15), lo que conlleva a generar nuevas dinámicas de aprendizaje en el estudiante para su formación.
En este orden de ideas, lo que se ha podido observar es que las nuevas modalidades de enseñanza no se determinan propiamente por la separación física entre estudiantes y profesores, sino por la cantidad y calidad del diálogo entre los mismos. La enseñanza virtual es entonces una herramienta facilitadora de tareas, bien sea para estudiantes o profesores, debido a que permite que haya más interacción e intercambio de datos y logrando lo que autores como Vázquez, Martín y Fernández (2014), definen esta práctica como una “concepción metodológica basada en la investigación acción colaborativa virtual” (p. 135), permitiendo que haya una acción participativa en diferentes formas de expresión: el texto escrito, intercambios de audios, videos, imágenes fijas o en movimiento, en tiempo real o diferido, que plantean una nueva forma de interpretar, pensar la educación y transformar estilos de vida.
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