Aprender una lengua exige más que solo tener dominio de las
competencias de comprensión (escuchar - leer) y de producción ( hablar -
escribir), este aprendizaje exige un conocimiento más profundo sobre la cultura
de la lengua meta a la que se quiere llegar, es decir, conocer de las
tradiciones, creencias, ideas, valores, formas de socialización, historia,
códigos de comportamiento, etc; buscándose así una aproximación más verdadera a
la segunda lengua como también a la cultura de la misma. Sumado a lo anterior,
la lengua se compone de aspectos tanto lingüísticos como pragmáticos que están
fuertemente ligados a la cultura de un grupo de hablantes en específico, pues
hace parte de la identidad de cada una de las personas que lo conforman.
De
hecho, un aprendizaje puede resultar más efectivo si se orienta la enseñanza de
lenguas hacia un ámbito intercultural donde se pretende entender al otro de
manera simétrica. La enseñanza de estas nociones de la lengua puede verse como
un puente que conecta al aprendiz, como nuevo usuario de la lengua, con el
aspecto intercultural de la L2. Debido a que “cada expresión idiomática apunta
a una intención diferente, no todas ellas transmiten lo mismo en la misma
situación. Esto es, porque hay
algunas expresiones que tienen más de un significado y necesita un contexto con
el fin de entender de qué se tratan” (Espejo, 2013, p.38). Respecto
a las técnicas teatrales en la enseñanza de una L2 “trae muchos beneficios y
ventajas para los estudiantes, como el aprendizaje mediante el uso de lenguaje
auténtico enmarcado en un contexto real, el dominio de una variedad amplia de
expresiones y vocabulario, (...) mayor fluidez al hablar en la L2, adquisición
de una mayor confianza en la expresión oral. (Lucchi-Riester, 2007, citado en
Fiallo, 2016, p.23). Igualmente, se puede generar un grado de interés en el
aprendiente por medio de las expresiones idiomáticas, ya que el usuario puede
hacer relaciones con su lengua materna.